Page 8 - Revista Urbana 69
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EDITORIAL









                                      DESARROLLO FORMAL


                                          Y COMPETITIVIDAD




                                    POR SANDRA FORERO RAMÍREZ
                                             estrategias  de  desarrollo  urbano  deben
                                    LAS atender a la lógica central de la importancia
                                    de la ciudad: concentración espacial de personas y activi-
                                    dades económicas. De esta forma,  la búsqueda  de bienes-
                                    tar y la competitividad deben ser en sí, el fin de la política
                                    urbana.  Las ciudades siguen tomando el  liderazgo en la
                                    promoción del ascenso social  y económico  de los hoga-
                                    res, formando  grandes mercados potenciales con cuan-
                                    tiosas necesidades sociales. En ese  sentido, la política ur-
                                    bana debe ser  tenida  en cuenta como un instrumento de
                                    desarrollo local, regional y nacional.
                                     Por eso, los esfuerzos por promover el desarrollo for-
                                    mal deben ser priorizados en las acciones de política
                                    pública, de lo contrario, la historia nos muestra  que el
                                    crecimiento  informal  y precario  de las urbes seguirán siendo una gran talanquera
                                    para la competitividad y la  calidad de vida.
                                     De acuerdo con el BID (Buillón 2010), cerca del 20% de la población habita en asen-
                                    tamientos  marginales; de igual forma la  Encuesta de Calidad de Vida muestra que el
                                    19% de los  hogares  se han visto afectados por condiciones desfavorables del entor-
                                    no urbano  frente a fenómenos ambientales, rasgo característico de los  asentamien-
     8                              tos informales. También, la medición de  la pobreza multidimensional muestra que
                                    para el 2014, en el país, el 10,5% de los hogares no tenían condiciones formales de
                                    eliminación de excretas, el 11,5% no tenían acceso a fuentes de agua mejorada, y el
                                    5,2% habitaba en su vivienda con material de pisos inadecuado; todos estos, rasgos
                                    propios de la  construcción y el desarrollo urbano informal.
                                     Con esto, se manifiesta el aumento de las brechas sociales y la ausencia de zonas
                                    con la oferta adecuada de servicios del Estado, entre ellos, vivienda social. La pre-
                                    gunta es, ¿cuál es la causa? Entre muchas otras, es la falta de planeación integral de
                                    los territorios. El crecimiento de las ciudades es inevitable, pero si la respuesta de
                                    la gestión urbana no se acompasa con las necesidades de la población y su desa-
                                    rrollo socioeconómico, entonces ya sabremos el resultado.
                                     Se han tratado  de cuantificar los  efectos  de la  marginalidad  en el desarrollo urba-
                                    no, y los resultados muestran que el sobre-costo fiscal de la informalidad en el proce-
                                    so de urbanización puede ser de 2.5 veces  mayor que el de un proceso de urbaniza-
                                    ción regular y formal, particularmente en materia de agua, alcantarillado, vías, alum-
                                    brado, etc. Cuando el caso  de los asentamientos irregulares es crítico, este costo
                                    puede llegar a ser 7.7 veces mayor (Buillón 2010. Abiko Et al 2007).
                                     En ese contexto, lo que debería hacerse es soportar la visión de ciudad en una
                                    precisa caracterización de las necesidades sociales, su vocación económica y el
                                    crecimiento previsto de largo plazo. Frente a  la competitividad, la  planificación
                                    urbana debe ser un motor para que  los beneficios  de la escala y  la aglomeración
                                    que generan las ciudades, se traduzcan en relaciones funcionales efectivas entre
                                    los pobladores, el territorio y su entorno económico. Por eso, este año en el Con-
                                    greso Colombiano de  la Construcción, el eje de la discusión será el desarrollo urba-
                                    no formal. ¡Bienvenidos!.
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