Guillermo Herrera, presidente Ejecutivo de Camacol

Construir con visión, reparar con valor

Edición 107 | Jueves, Diciembre 18, 2025 - 10:23

Guillermo Herrera Castaño - presidente Ejecutivo de CAMACOL

El sector constructor enfrenta una paradoja: mientras la economía del país crece, el segmento de edificaciones no despega. Los datos más recientes del Dane lo confirman; aunque el PIB aumentó 3,6 % en el tercer trimestre de 2025, el valor agregado de edificaciones disminuyó significativamente, un 8,3 %, mientras que las actividades especializadas cayeron 3,4 %.

Este rezago no solo representa un riesgo para la industria edificadora, sino para toda la economía. La vivienda genera miles de empleos, moviliza 34 subsectores, impulsa la inversión y tiene un alto impacto social. Cuando la vivienda no crece, el país entero se frena.

Entorno fiscal restrictivo y panorama mixto

El Estado tiene poco margen de maniobra. Según el Marco Fiscal de Mediano Plazo, Colombia cerrará 2025 con un déficit del 7,1 % del PIB, el más alto desde la pandemia. En este escenario adverso, las decisiones de política pública han reducido la inversión en vivienda cuando más se necesita. Para 2026, los recursos para programas de vivienda social alcanzarán su nivel más bajo en casi dos décadas; además, la suspensión del programa ‘Mi Casa Ya’ deja un gran vacío.

Enfrentamos un panorama mixto: las iniciaciones de obra cayeron 18,9 % en 2025, con corte a octubre (sumaron 112 mil unidades), mientras que ventas y lanzamientos crecieron 11,3 % y 9,7 %, respectivamente. Y aunque la demanda retornó, aún no se traduce en inicios de obra. El buen comportamiento se explica por el aporte de las regiones, entre ellas Bogotá, Antioquia y Atlántico que cuentan con programas locales de subsidios para la compra de vivienda; una evidencia del impacto que tienen los incentivos públicos bien diseñados y del valor de la articulación público-privada.

Contra las presiones, las propuestas

Costos altos, inflación persistente y tasas que no ceden son variables que han presionado al sector. La inflación se estancó pese a los esfuerzos monetarios: en octubre fue de 5,51 %, impulsada por alojamiento y alimentos, mientras que el componente de arriendos aportó 1,7 puntos porcentuales. Esto demuestra que un mercado deprimido afecta el costo de vida por menor oferta de vivienda formal.

Por su parte, las tasas hipotecarias enfrentan presiones al alza por la situación fiscal que encarece el fondeo de largo plazo (TES), lo que afecta la capacidad de compra. Además, los costos de construcción son altos; si hubieran continuado con su comportamiento histórico, hoy serían 20 % más bajos. Los aumentos iniciaron después de la pandemia y se han mantenido por factores regulatorios y variaciones en los precios de los insumos, que amenazan la viabilidad de muchos proyectos de construcción.

Cerramos con la expectativa de un 2026 que marcará un cambio en el ciclo político, con la convicción de que la vivienda no puede depender de los gobiernos de turno y con la necesidad de una política de Estado que impulse el desarrollo económico y social del país. En CAMACOL estamos listos con cinco propuestas para que el sector retome su papel como motor del crecimiento sostenible y social.

La primera, impulsar ‘Mi Casa Ya’’, un modelo mejorado con menor costo fiscal y mayor cobertura de hogares beneficiados; la segunda, implementar ‘Reactivación para Todos’, un programa de reactivación con coberturas a la tasa de interés que faciliten la financiación; y la tercera, recuperar los incentivos al ahorro, con instrumentos como las cuentas AFC para estimular la formación de patrimonio. Las dos propuestas restantes buscan fomentar nuevos modelos de negocio (esquemas de arrendamiento y la venta internacional de vivienda); e implementar acciones para construir ciudades formales y sostenibles.

Un mensaje final: reconstruir con propósito

El sector ha demostrado históricamente su capacidad para afrontar crisis y recuperarse. Como parte de la solución, la responsabilidad de CAMACOL es proponer y construir puentes con la convicción de que cada vivienda es más que un indicador: es un hogar, un proyecto de vida y el tejido de miles de historias.

En el Congreso Colombiano de la Construcción mencioné el arte milenario japonés del kintsugi (que consiste en reparar objetos cerámicos fracturados con una mezcla de oro) y quiero retomarlo. Nuestras fracturas no son el final, sino el inicio de una reconstrucción más sólida. Hoy tenemos la oportunidad de reparar con oro lo que se ha quebrado y construir un futuro más fuerte, donde el sector empresarial lidere el acceso a vivienda formal y ciudades de calidad.