TASAS DE INTERÉS E INFLACIÓN EN LAS NUBES: ¿SOBREVIVIRÁN NUESTROS BOLSILLOS?

Edición 98 | Viernes, Octubre 27, 2023 - 16:46

Si en 2020 nos hubieran dicho que la inflación y las tasas de interés, esa herramienta del Banco de la República para controla el ritmo de los precios en la economía, se devolvería a lo que tuvimos a finales del siglo pasado, poca gente lo habría creído. En ese momento, con los confinamientos y las economías prácticamente detenidas, muchos precios empezaron a caer –hasta el del petróleo cayó, porque la gente empezó a negociarlo más barato– y la estrategia de los bancos centrales fue bajar las tasas de interés para incentivar el consumo. En Colombia, esa movida llevó a que las tasas llegarán hasta un mínimo histórico de 1,75 %.

Por su parte, y en medio de los debates sobre si la impresión de dinero tendría efectos posteriores para la economía de cada país y del mundo, los gobiernos enviaron ayudas económicas a millones de hogares. En Colombia, el mecanismo se conoció como Ingreso Solidario y en su fase inicial entregó $120.000 a un millón de personas.

Pero, con la reapertura de los países, el fin de los confinamientos, los líos en la recepción y entregas de mercancías y el regreso a la presencialidad, entre otras cosas, el costo de vida empezó a subir y la cuerda se fue enredando.

A esto se le sumó el aumento de la demanda (la cantidad de personas queriendo comprar lo mismo), una guerra en Europa y un carguero encallado en el paso marítimo más importante del mundo, que le pusieron más dificultades a la oferta (la cantidad de bienes y servicios a disposición de la gente para que compre). Por todo eso, los precios subieron aún más; es decir, vivir se volvió más caro.

En 2021, cuando Colombia estaba empezando a subir sus tasas de interés, al principio muy lentamente, la situación social y económica de muchas familias, y los anuncios de una reforma tributaria para recaudar más recursos y redistribuirlos entre quienes más los necesitaban, generó manifestaciones. Se sumó, además, un paro camionero y los precios de los alimentos también subieron.

El resultado de ese coctel local e internacional es una inflación que en su punto más alto llegó a 13,34 % en marzo de 2023 (lo más alto que habíamos visto desde 1999), y unas tasas de interés que siguen en 13,25 %, es decir, casi en el mismo nivel de noviembre de 1999, cuando estaban en 13 %.

¿Por qué suben las tasas de interés?

Ustedes se preguntarán esto y la respuesta es que lo hacen para que los bancos comerciales, los que le prestan plata a la gente, hagan lo mismo. Con eso, el dinero que circula en la economía se encarece más si llega a las manos de las personas gracias a un crédito o si corresponde a una tarjeta de crédito. Al mismo tiempo es mucho más atractivo ahorrar e invertir que gastarlo todo, porque las entidades financieras le devolverán a cada uno un mayor porcentaje de ganancias por dejarles su dinero un tiempo.

Esto hace que los hogares y las empresas consuman menos, es decir, que la demanda se reduzca y, así, los productores aumentan su oferta para poder vender lo que tienen, y no dejarlo guardado en sus bodegas. Por eso hacen descuentos, ofertas y bajan sus precios. Esto ha hecho que la inflación baje a un ritmo que todavía es lento: en agosto de 2023, el costo de vida anual todavía estaba en 11,43 %.

Una inflación que todavía no cede

El problema es que algunos hogares deben seguir endeudándose para comprar algunas cosas, porque sus ingresos de siempre, los de cada mes o quincena, no les alcanzan para comprar lo que necesitan, como una nevera, o cumplir el sueño de tener una vivienda propia. Según la información que recoge cada mes la Superintendencia Financiera, la entidad encargada de vigilar a todas las entidades del sector financiero en el país, al primero de septiembre de este año la tasa de interés promedio de los créditos hipotecarios era de 15,88 % y para esa fecha se habían girado $ 26 billones.

En febrero de ese mismo año el promedio de la tasa de interés alcanzó su punto máximo: 17,98 %, pero no fue la más alta que se alcanzó en el mundo del crédito para los hogares. Según los datos de la Superintendencia Financiera, los créditos de consumo, aquellos que se entregan para que cualquiera compre desde un carro hasta una nevera, o un viaje, alcanzaron el 29,28 % en enero de este año.

Y la tasa de usura, esa que marca el tope que los bancos pueden cobrar a quienes compran algo a crédito, llegó en las tarjetas de crédito a un máximo de 45,41 % en mayo. Todas estas cifras dan una idea más clara de qué tan caro ha sido para los hogares acceder a dinero prestado por bancos u otras entidades formales en los últimos meses. Y es que el mayor costo de vida y las dificultades financieras de los hogares les han obligado a aplazar sueños como la compra de una vivienda.

Con el aumento de los precios, del salario mínimo y de las tasas de interés, los proyectos de vivienda a los que se habían apuntado quedaron lejos de su alcance, y muchos tendrán que volver a empezar el proceso. Sin embargo, el futuro no luce tan oscuro; la inflación ya está bajando, - Aunque lentamente - como lo demuestra el dato de agosto, que fue de 11,43 % y no de 13,34 %, como en el máximo de marzo.

Si esta tendencia sigue y, además, el país no se ve tan afectado por el incremento mundial de los precios de la energía y el aumento de precios de la comida por el fenómeno de El Niño, se podría cumplir el pronóstico de ver tasas de interés un poco más bajas antes de terminar el año o a inicios de 2024.

Además, si todo eso se cumple, sería cuestión de tiempo ver que también bajen los costos de los créditos para que los hogares otra vez puedan cumplir su sueño de tener vivienda propia