Page 71 - REVISTA URBANA 88
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sentir, oír y vivir el archipiélago   Estrechamente ligado con el entorno, donde los espacios permi-
                 SABOREAR, deja  huella  en  la  piel.  El  aire    ten una apropiada relación interior-exterior, ese hábitat está ba-
                 marino embruja y la alegría se siente. El olor a rondón, su plato   sado en su adecuación a las condiciones de las islas. Por eso, han
                 típico, se mezcla con el caracol guisado, las muelas de cangrejo,   incorporado componentes para aprovechar las brisas y ventanas
                 las suaves y deliciosas cocadas que recuerdan esa antigua indus-  con batientes que al cerrarse protegen del huracán, o le han dado
                 tria del coco y el famoso journey cake que se sirve los domingos   un lugar preponderante a un patio que les permite mantener las
                 en algunas casas, acompañado de bolas o picadito de pescado y   relaciones vecinales y familiares, así como complementar las acti-
                 caracol. Cerca o lejos, y más cuando la tarde dibuja atardeceres   vidades domésticas relacionadas con la cocina, reserva de agua y
                 inmensos sobre este mar de siete colores, se oyen las conversa-  cultivos, recalca la arquitecta Sánchez.
                 ciones en creole, su lengua nativa, acompañadas de las notas del   Esos patios tienen la historia y el sabor de esas zonas de cultivo
                 calipso, el reggae, el soukous o la soca y se enciende la vida en   o árboles frutales como el bread fruit, mango, mamoncillo, o co-
                 hombres y mujeres siempre alegres, que se mueven al compás de   co, que se fundieron en esas delicias culinarias hechas a leña en
                 esos ritmos de su herencia africana que contagian a todos los visi-  ese patio social, familiar y constructor de comunidad.
                 tantes.                                             Las primeras casas fueron de piso de tierra con paredes y techo
                  Basta poner un pie en sus tierras y descubrir esas casas cuya ar-  de palma, con camarotes y colchones de hojas de plátano y en el
                 quitectura se nutrió por siglos con influencias como la holandesa,   interior nada de muebles. Luego vendría la época de la siembra
                 inglesa, española y africana, y que son la herencia más grande   de coco y los barcos en ruta a Jamaica encallados en los arrecifes.
                 que un isleño puede recibir. Hoy, muchas de ellas devastadas por   Más tarde, los trabajadores isleños encontraron oportunidades en
                 el huracán Iota, son el punto de partida para retomarlas y recons-  el Canal de Panamá y la palma fue reemplazada por construccio-
                 truir sobre las bases de una rica historia, que habla y seguirá ha-  nes de madera y techo de zinc. Esa madera que hoy puede ser
                 blando de un archipiélago distinto y lleno de contrastes.   protagonista también de ese legado en la reconstrucción, como
                                                                    un elemento liviano, sostenible y renovable y cuya reparación es
                 Una casa es más que el hogar, es el centro del     más fácil, teniendo en cuenta su lejanía del continente y que nos
                 universo del Archipiélago                          recalca el arquitecto Santiago Moreno, presenta las mejores con-
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                 Con esa arquitectura, colores, disposición y formas que son fruto   La unidad básica con la que se inició la historia dista mucho de los
                 de su historia, las casas isleñas son patrimonio de singular valor y   variados modelos en los que fue evolucionando. Sus dimensiones
                 además único en el contexto colombiano por sus rasgos cultura-  eran de 7 m x 5 m con una recámara dividida en dos espacios y un
                 les y constructivos.                               altillo para los niños. La cocina para preparar los alimentos a leña y
                  Allí, en ese paisaje paradisiaco del mar de los siete colores, son   el baño se concibieron fuera de la unidad, y con el paso de los años,
                 emblemáticos estandartes de su idiosincrasia y de una mezcla   también se fueron acercando a la casa, pero en materiales como el
                 particular nutrida por varias influencias. Ese hábitat isleño se ex-  concreto. Eran casas que se construían sobre pilotes para preservar
                 presa tanto en la intimidad de la casa como en las relaciones con   la madera de la humedad y como bodega para leña y utensilios de
                 el exterior, con sus patios, compartiendo valores históricos, socia-  pesca.  Además, era  muy  práctica  para usarla  en  el  sistema  rent
                 les, paisajísticos y tecnológicos, nos cuenta la arquitecta Clara Eu-  yard, como se hacía en la tradición inglesa, donde se alquilaba un
                 genia Sánchez de la Universidad Nacional de Colombia, experta   terreno y se llevaba la casa al lugar. Una vez se terminaba ese con-
                 conocedora de su arquitectura y patrimonio.        trato de arrendamiento del lote se llevaba la casa a otro lugar.
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